Mostrando entradas con la etiqueta Bergen. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Bergen. Mostrar todas las entradas

sábado, 16 de diciembre de 2017

Roberto Portillo cuenta la gestación del disco de Nefta Lee "Por amor a helarte"

Por Roberto Portillo




Hace unos años me mudé de Albacete a Alicante. A pesar del tiempo, aún soy de la tierra manchada. Me gusta escribir mis propias canciones pero también acompañar a otra gente con la guitarra y este verano grabé junto a Nefta Lee el disco Por amor a helarte, su tercer trabajo de larga duración. Lo hemos subido entero a Youtube y en pocos días estará en Spotify. En él he colaborado con arreglos, coros, y guitarras eléctricas. 





Conocí a Nefta Lee hace dos años en Bergen (Noruega). Yo solía ir por temporadas a trabajar allí y en ese momento había empezado a tomar contacto con músicos de la ciudad. Nos presentó un amigo luthier. Nefta Lee (Neftalí Cristóbal) es de Orense y tenía ya dos discos publicados en Argentina, donde había vivido siete años. Ahora vivía en Bergen. Su primer disco fue de pop romántico y el segundo tenía ya un aire muy diferente, más eléctrico, más beatle. Me preguntó un día si podía acompañarle, tocando dos canciones con la guitarra en un concierto y le dije que sí. Ensayamos por la tarde con las acústicas y por la noche fui con él a la sala. Las canciones que yo iba a tocar eran las últimas de la actuación. Sabía ganarse al público y era original, con un humor blanco entre canciones y melodías muy pop en inglés y en español. Cuando subí a acompañarlo, usé una guitarra eléctrica que había en el local y nos dimos cuenta de que la suma de sonidos tenía chispa. A nosotros nos divertía y teníamos mucha libertad en directo, así que empezamos a tocar juntos.
En cuanto a gustos, él escuchaba entre otras cosas rock argentino y brasileño. Yo conocía cosas puntuales del rock de allí y tenía más afición por escuchar a músicos como Nacho Vegas u otros. Más adelante nos dimos cuenta de que a ambos nos gustaban muchos artistas latinoamericanos más tradicionales, como Simón Díaz, Agustín Lara, Atahualpa Yupanqui o la cumbia chicha de Perú. Esto venía probablemente, en cuanto a mí, de que mi padre es mexicano y he vivido allí hasta los nueve años. Además de eso, ambos habíamos escuchado a Kings of Convenience y The Whitest Boy alive, que son noruegos, y nos atraía la idea de crear un dúo similar a nuestro aire.  

Después de unos meses regresé a Alicante y él se quedó en Bergen. Ahora vive en Madrid. Mientras estaba allí nos enviábamos grabaciones con arreglos, canciones, etc., y me empezó a decir que le gustaría grabar su tercer disco con productor en otoño de este año. Acordó con un productor la fecha de la grabación y en verano se mudó a España. Lo primero que hizo fue venir a Alicante para que preparásemos el disco juntos e intentáramos extraer algo del sonido que teníamos en Bergen. Pasamos un mes yendo de lunes a viernes al local de una asociación de baile para hacer arreglos a las canciones. Mi idea era usar riffs surferos (La mirada del mar), sonidos tropicales (Eterno amor) o acordes de jazz (Marilyn) para combinarlos con la fuerza melódica de los temas. Un día, en medio del calor de Alicante, cuando ya habíamos terminado de grabar todos los arreglos en forma de maqueta, me puse a tocar un riff estilo afrobeat y Neftalí se unió con la española. Así surgió la canción Antananarivo.  




A mitad de agosto nos fuimos a San Lorenzo del Escorial, donde nos esperaba el productor Sebastián Merlín, quien además grabó la percusión y el bajo. Neftalí conoció a Sebastián a través de Rozalén. De hecho ella vino un día a vernos porque vive cerca de allí. Cuando llegó, Neftalí le dijo, “Roberto es también de Albacete”, y ella dijo, “¿De Albacete? Buena gente, seguro”. Me ganó, claro... 

El proceso de grabación fue muy interesante. A pesar de que llevo años tocando, nunca había participado en una grabación con productor. Sebastián ha sido percusionista de Jorge Drexler, Kevin Johansen y Rozalén, aparte de haber ganado dos GRAMMYs Latinos por participar en la producción de Bailar en la cueva, de Drexler. Estuvimos tres días en su casa decidiendo la estructura de las canciones y qué arreglos iban a llevar, aunque esto ya lo habíamos trabajado mucho Neftalí y yo en Alicante. Una vez que estuvo hablado, grabamos guitarra, percusión y voz de todas las canciones de forma provisional. Así, cada uno podía practicar su parte y llegar a la semana de grabación con todo ensayado. 

El cuarto día llegó la grabación del disco. Neftalí había alquilado para ello una casa en San Lorenzo del Escorial con el material técnico que hacía falta. Era la casa de la ex mujer de Jorge Drexler. Yo no lo supe hasta que me lo dijeron más tarde y vi alguna foto en el salón. Nos mudamos ahí y Sebastián venía por las mañanas. Grabamos, por este orden, la guitarra rítmica, la percusión, la guitarra eléctrica y los vientos sobre la base de una voz provisional que más tarde se grabaría con calma junto con los coros. El bajo se grabó también más adelante. Cada instrumento necesitó un día y medio aproximadamente. Los vientos fueron lo último esa semana y estaban contratados solo para el sábado. No había habido tiempo de escribirles su parte, así que tuvimos que írsela diciendo a cada uno como pudimos. Creo que se fueron con la cabeza como un bombo pero captaron todo muy bien y pudimos sacarles partido. Me di cuenta de que en la gestión de ese tiempo es muy importante la visión global del productor, que va a veces acelerando la grabación para poder hacer todo. 

Por las noches cenábamos todos juntos o salíamos por San Lorenzo pero no había mucha marcha en el pueblo. Era bastante tranquilo. Lo mejor de allí era estar en la sierra sin pasar calor en verano, que ya es decir. La dueña de la casa nos dijo que no moviéramos mucho la cama grande porque se podía desvencijar fácilmente, así que nuestros sueños de sexo, drogas y rock’n’roll sufrieron un poco...
Esperamos unas semanas a que se hicieran la mezcla y el máster. No pude estar presente en las últimas sesiones de post-producción, cosa que me habría gustado. Finalmente llegó el máster desde Buenos Aires y pudimos compartir Por amor a helarte con todo el mundo. Estoy muy contento con el disco y además ha servido de aprendizaje. Cuando estás grabando con más gente siempre hay que negociar y pasan muchas cosas, pero surgen ideas frescas y suele haber momentos brillantes. Lo mejor fue ir viendo cómo se construía todo lo que habíamos planificado poco a poco, aderezado con ideas que iban surgiendo sobre la marcha.
Me ha quedado claro que la música es trabajo duro, como decía Leonard Cohen, pero es un placer poder comprobarlo. 

Esperamos poder ir a tocar a Albacete para presentar las canciones. ¡Hasta pronto!